Perfilar el tiempo con una manecilla
para vivír despacio
para vivír deprisa.
La suerte como balanza
entre el deseo raudo
de las manos en donde cabe el porvenir,
mísmo que tu puño cifra y tempera.
La vida, la virtud
-el espejo enmascarado en esencia-
Se miran latido
desnudando el filo
de la hoja de Cronos.
Una respuesta se convierte en ecuación
en cada una de las adivinanzas de la noche.
Y para la mirada de los otros
convergen las yemas de los que dudan.
El ir y venir constante, el cánto del grillo.
El rincón que deja de ser olvído
cuando se descubre memória
en el atardecer que no se duele de tu vida.
Sensación, que en movimiento constante
inhalas el aquí y el ahora.
Entregate nube al viento.
Traza un cerco en la hoja.
El centro es tuyo.