lunes, 25 de febrero de 2008

Óbito

Estoy incauta,
perdida,
y en los recobecos
de esta cama
intento doblar la
calma.
Todas las vidas
en tramos
de ignorancia.
Condenas que se pagan,
y a lo lejos,
emprendo mi mejor huída.

De mis huellas
serán mis pasos,
lejos
en el llano
de lo profano
voy dejando
la madeja
al vasto fuelle.
Con las luces
apagadas
y el dolor
en mi inconsicente.

Espesa niebla
que soportan
mis ojos taciturnos,
el miedo me refleja
los placeres nocturnos.
El canto
de la lechuza
que se posa en áquel arbol
disfrazado de pájaro
suele vigilarme
y soy la intrusa.
Nuvamente muerta,
mas invisible
para el ojo humano.

Solemne,
mi paraíso inasible,
inalcanzable,
sobre mi cabeza revuelta
el frío es tan múdo,
tan insensible
como mi mundo.
Cuando el lecho
de mi alcóba
sea de mi vida
la última morada;
Serás para mí
la músa
¡Tú!
palabra inesperada.

En el aire,
funesto es mi grito,
y al llegar a mi oído
los sonidos cállan.
El dulce es agrio,
y el sabor es mi óbito.
Tan lejos del cielo resído,
piso en esta tierra
donde del polvo surgiré.

No hay comentarios: