Cuando la noche, Luna,
tus ojos desfalcan toda Luz.
La sangre arde
en los minutos
que recorren nuestro tiempo.
Nuestras horas,
prefacio de dos cuerpos extenuantes.
Tú y yo,
El uno bajo el otro.
Tantos ires de regreso,
y la saliva que humedece al beso.
Que distinto mirar el cielo en tus brazos,
Al calor de nuestras bocas,
el uno sobre el otro.
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